jueves, 19 de mayo de 2016

LA ANTIGUA CIUDAD DE CARAL EN EL PERU

Curiosamente, no se ha hallado prueba alguna de guerras o batallas en Caral: ni estructuras defensivas, ni armas, ni cuerpos con heridas violentas. Los arqueólogos creen que las gentes de Caral eran una cultura pacífica que pasaba un tiempo considerable estudiando el firmamento, practicando su religión y tocando instrumentos musicales. 
 
“Esta es la más antigua civilización jamás descubierta en América, y sin duda, uno de los más antiguos centros civilizados del mundo, casi tanto como Mesopotamia y Egipto,”  sostiene la arqueóloga Ruth Shady, que inició sus investigaciones en este lugar en 1996. La ciudad estuvo habitada en dos ocasiones entre el 3000 a. C. y el 1800 a. C., siendo abandonada a causa de una sequía y más tarde cubierta, y por tanto conservada, por la arena transportada por el viento.  

“Esta civilización alcanzó cotas de gran esplendor y prestigio,” declaró la Dra. Shady a la Agencia France-Presse. “Aquí hay un mensaje para el mundo: Éste era un lugar en armonía con la naturaleza, protector del planeta y de las relaciones interculturales.”
Los residentes de la ciudad desarrollaron un estado sociopolítico pleno que tuvo un impacto sobre los asentamientos del valle de Supe e incluso más allá, según la UNESCO . Los arqueólogos encontraron también en la ciudad un quipu, instrumento que utilizaba un código de cuerdas y nudos para registrar datos y anotaciones y al que se considera un signo de una sociedad avanzada.

“El diseño de los componentes arquitectónicos y espaciales de la ciudad es magistral, y los montículos de la plataforma monumental y los ruedos circulares excavados en el terreno son poderosas e influyentes expresiones de un estado consolidado,” leemos en la reseña de la UNESCO sobre Caral-Supe.
José Arispe, destacado arquitecto peruano y asesor de la Unión Internacional de Arquitectos, ha confesado que se maravilla de los logros de la ingeniería de los antiguos peruanos. Utilizaban conductos de aire para avivar los fuegos que ardían durante los ritos religiosos empleando un sistema basado en lo que los físicos llaman el efecto Venturi, que aprovecha la disminución de presión que tiene lugar en un fluido cuando éste pasa a través de un espacio más estrecho que aquel en el que se encontraba. Los antiguos habitantes de Caral-Supe idearon esta asombrosa tecnología y construyeron su arquitectónicamente avanzada ciudad utilizando herramientas sencillas.

Un grupo de arquitectos japoneses tiene intención de incorporar a sus trabajos los diseños de los edificios que protegían a los antiguos habitantes de Caral de los terremotos. Las gentes de Caral sabían que su ciudad estaba construida sobre una zona sísmica, así que colgaban sus casas en el interior de cestas cargadas con piedras que disipaban los movimientos del terreno e impedían su derrumbe.


La carta de esta asociación de arquitectos, que representa a 124 naciones, será leída el mes que viene en la conferencia del clima de las Naciones Unidas que tendrá lugar en París. Allí, los países del mundo intentarán llegar a un acuerdo para reducir sus emisiones de carbono, que según los científicos están provocando el calentamiento global en el mundo. Quizás los líderes mundiales, que también hacen la guerra, puedan entonces aprender de la sabiduría de este avanzado pueblo, que vivía en perfecta paz y armonía con sus vecinos y con su entorno.